El estrés hídrico en el olivar amenaza la producción de aceite de oliva y aceituna de mesa

Una planta muestra signos de estrés hídrico en el olivar

España enfrenta una situación de sequía meteorológica de larga duración desde enero de 2022. La ausencia de precipitaciones durante prolongados periodos de tiempo produce el estrés hídrico de los cultivos, lo que repercute en la producción agrícola y en la calidad de las cosechas. 

Uno de los cultivos más afectados por la falta de lluvias ha sido el olivar, lo que ha resultado en una disminución de la producción de olivo en los últimos años.

Durante la campaña 2022/2023, la cosecha de olivos en España fue de 664.000 toneladas de aceite de oliva, mientras que la aceituna de mesa registró 415.000 toneladas, lo que supuso una “baja” cosecha. 

Ya en la campaña 2021/2022, el rendimiento del olivar se vio marcado por la sequía, alcanzando los 1,3 millones de toneladas de aceite de oliva y 570.000 toneladas de aceituna de mesa.  

Las precipitaciones producidas en las últimas semanas han brindado esperanza con respecto a la situación del olivo en España, con los embalses almacenando un 11,7% más de agua en comparación con el mismo periodo de 2023, según el último Boletín hidrológico peninsular del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). 

Sin embargo, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) Jaén ha advertido de la situación persistente de estrés hídrico en el olivar.

Desde la organización agraria han recordado que, aunque “estas lluvias están viniendo muy bien”, el olivo “florece en los crecimientos del año anterior”, por lo que “se está aún lejos de grandes cosechas”.   

De acuerdo con los últimos datos de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), la producción de aceite de oliva en España acumulaba 829.516 toneladas hasta febrero, quinto mes de la campaña 2023/2024.

Una cifra que se sitúa por encima de las 765.300 toneladas previstas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) al inicio de la campaña, pero que sigue estando por debajo de las últimas cuatro.  

Para COAG Jaén, si las condiciones continuasen siendo favorables hasta septiembre, momento en el que comienza la recolección de las primeras aceitunas, “se podría tener una cosecha media, una buena noticia tras dos muy malas”.  

En España, el cultivo de olivar es un pilar fundamental en el sistema agroalimentario. El país lidera a nivel mundial en producción y exportación tanto de aceite de oliva como de aceituna de mesa, siendo una fuente de ingresos para los agricultores.  

Los cambios en los hábitos de los consumidores a raíz de la pandemia del coronavirus han provocado un aumento en la demanda de alimentos saludables, entre los que se encuentran estos productos.  

Lo anterior ha evidenciado la importancia de garantizar una producción constante que cubra sus necesidades, donde el estrés hídrico en el olivar juega un papel importante

¿Cómo afecta el estrés hídrico en el olivar a sus plantas?

Cuando el olivar experimenta estrés hídrico, significa que la planta carece del agua requerida para cubrir sus necesidades, lo que dificulta su desarrollo óptimo.

El cultivo del olivar requiere de dos periodos específicos de riego para su producción: uno en abril, con el olivo en floración, y otro en septiembre, durante la etapa de maduración.   

Ante la escasez de agua, la planta absorbe menos nutrientes, lo que resulta en una reducción de la cantidad y la calidad de los frutos, así como en el aumento de su vulnerabilidad a enfermedades y plagas. 

¿Qué se puede hacer para reducir el estrés hídrico en el olivar?

Frente al aumento de las condiciones climatológicas extremas debido al cambio climático, como las elevadas temperaturas y la sequía, los agricultores pueden implementar distintas prácticas en sus explotaciones para reducir el impacto del estrés hídrico en el olivar.  

En el olivar intensivo o superintensivo, se aconseja realizar una gestión adecuada del riego y emplear sistemas de riego eficientes.  

En este sentido, se recomienda proporcionar agua de riego hasta que la mayoría de las células del fruto se hayan formado, lo que ocurre con el endurecimiento del hueso a finales de junio. Una vez formado el fruto, se debe reducir el suministro de agua.  

En el caso de los olivares de aceituna de mesa, las reducciones en el suministro de agua de riego deben ser menores que en los olivares destinados a la producción de aceite. 

En el olivar tradicional, se sugiere aumentar el contenido de materia orgánica en el suelo mediante el uso de compost, restos de poda y otros cultivos, junto con técnicas de manejo como la labranza mínima.  

Lo anterior incrementará la capacidad del suelo para almacenar agua y mejorará sus propiedades, incrementando su resistencia al estrés hídrico.  

Asimismo, para mitigar el estrés hídrico en el olivar, es aconsejable el uso de cubiertas vegetales de leguminosas, pastos o vegetales, con el fin de mejorar la infiltración y retención del agua del suelo, previniendo su pérdida por escorrentía.  

Fuentes

  • Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA).  
  • Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).  
  • COAG Jaén.  
  • Cooperativa Olivarera de Lucena.  
  • Junta de Andalucía. 
  • Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).  
  • Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).   

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