- Por Antonio Torres (@Antonio_TorresB)
Ucrania es capaz de abastecer a 600 millones de personas con sus 33 millones de hectáreas cultivables (casi el doble que España), que suponen un 57% del total de la superficie del país, con un relieve llano y clima continental. Esto convierte a Ucrania el segundo país de Europa en superficie arable, solo detrás de Moldavia, y además le hace producir el doble de lo que se consume en el país.
Las condiciones climatológicas son ideales en temperaturas, humedad y precipitaciones (alrededor de 650 mm anuales) para cultivos oleaginosos y cereales. Pero su mayor riqueza agrícola es el suelo, ya que posee un 33% de la reserva mundial de suelos negros fértiles, también conocidos como ‘chernozem’, catalogado entre los 30 tipos de suelos según la clasificación de la FAO y que representan alrededor del 1,8% de la superficie terrestre continental total.
El término ‘Chernozem’ deriva de los vocablos rusos ‘chern’ que significa negro y ‘zemlja’ que significa tierra, haciendo alusión al color negro de su horizonte superficial, debido al alto contenido en materia orgánica. Esta capa puede llegar a espesores de un metro.
Son suelos profundos, con buena estructura, ricos en minerales como el potasio, fósforo y microelementos. Además, poseen un gran porcentaje de materia orgánica (10%-16%), mientras que la media en España está entre el 1 y 2%.
Otro factor importante de estos suelos es su pH neutro, ideal para la mayoría de los cultivos. Esta cualidad es determinante ya que afecta a la capacidad de absorción que la planta tiene de los nutrientes que se encuentran en el suelo.
En un mundo donde la superficie agraria está limitada, donde la desertificación y cambio climático amenazan muchas zonas cultivables del mundo y en un escenario de una población creciente, sin duda Ucrania tiene unos de sus mayores tesoros bajo sus pies.