Las mujeres en el campo son pilares esenciales para su sustento y desarrollo, desempeñando tareas que van desde la siembra hasta la cosecha de alimentos.
El empoderamiento de estas mujeres no sólo es vital para asegurar la estabilidad alimentaria, sino también para fortalecer las estrategias y respuestas comunitarias ante los retos presentados por el cambio climático.
La importancia de la mujer en el campo y en la economía rural es cada vez mayor, pero el proceso para visibilizar su papel en el mundo rural es lento e insuficiente todavía.
Los datos son muestra de ello. La mujer agricultora recibe menos de la tercera parte (27,26%) de las ayudas directas y de desarrollo rural de la Política Agraria Común (PAC), según el reciente informe del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) del año 2020.
A pesar de que el documento revela también una reducción del 2% en la diferencia entre el número de hombres y mujeres preceptores de ayudas directas en los últimos diez años, la situación de la mujer en España en este aspecto sigue siendo de desigualdad con respecto al hombre.
La mujer rural y la brecha de género
En el país hay más de 945.000 jefes de explotación de suelo rústico, de los que, poco más de 184.000 son mujeres, lo que supone menos de un tercio del total de los jefes. Pese a ello, este dato reflejado en el I Informe Cocampo sobre la Estructura del Suelo Rústico en España, señala un crecimiento del 22% con respecto a 2009, último año en el que se actualizó la cifra.
El número de mujeres jefas de explotación registradas por CC.AA. se encuentra por encima de la media de España en Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. Además, la mayoría de las titulares de explotaciones tienen entre 40 y 64 años.
Independientemente de su edad, las explotaciones dirigidas por mujeres generan, de media, menos trabajo que aquellas dirigidas por hombres.
En general, las mujeres rurales dirigen, en su conjunto, explotaciones de menor dimensión económica, lo que desemboca en una menor rentabilidad. Aunque en las explotaciones de mayor valor económico (más de 500.000 euros), las mujeres, junto a los jóvenes, obtienen mayor productividad que el resto.
Respecto al tamaño de las explotaciones, aquellas dirigidas por mujeres, especialmente las más jóvenes, gestionan una Superficie Agraria Útil (SAU) media inferior a la SAU de las explotaciones dirigidas por hombres.
Por sectores, destaca la presencia de las mujeres en olivar, mientras que sigue siendo muy baja o inexistente en frutas, hortícolas, mixtas, aves, mixtas ganaderas, ovino-caprino de ambas orientaciones, leche y porcino.
La mujer rural se enfrenta a un escenario de masculinización
A pesar del crecimiento de la presencia de mujeres como titulares de explotaciones, hay otros datos que confirman la masculinización del sector.
Según los últimos datos actualizados del Ministerio de Agricultura, de media, los ingresos entre hombres y mujeres son muy diferentes en los medios rurales: 36.150 euros en el caso de los hombres, y 21.500 euros en el de las mujeres.
La menor presencia de las mujeres como titulares de explotaciones no solo indican un problema de brecha de género, sino también de invisibilidad frente al aporte de la mujer en la agricultura.
Figuras como la titularidad compartida (opción voluntaria que tienen dos individuos de gestionar de manera conjunta una explotación agraria, compartiendo no solo el trabajo, sino también la gestión, los derechos, cuotas, subvenciones y rendimientos a partes iguales) de momento tienen una aplicación muy pequeña.
Según datos del Ministerio de Agricultura, en 2019 solo había dadas de alta 599 explotaciones en el Registro de Titularidad Compartida (RETICOM).
El acceso a la tierra es otro de los factores relativos a las mujeres y la agricultura en el que se las deja al margen. El actual mercado de la tierra está basado principalmente en intermediarios y redes masculinas, lo que dificulta la compra de tierras tanto a mujeres como a jóvenes.
En este escenario, urge promover alternativas que den transparencia al mercado del suelo rústico, y Cocampo aspira a ser una de ellas.
Además, deben ponerse en marcha las medidas del plan estratégico de la nueva PAC que promueven la entrada de la mujer en el medio rural. Estas medidas se analizan en los Objetivos Específicos de la nueva PAC 7 y 8. Y dar a conocer las ayudas a la mujer rural adicionales para la primera instalación.
También, aprovechar fechas como el Día de la Mujer Rural, para reconocer su labor en la provisión de alimentos y servicios en áreas rurales, y abogar por comunidades rurales donde tengan igualdad de oportunidades.
La celebración de este día tiene como propósito destacar la contribución de las mujeres en las zonas de todo el mundo, visibilizando su papel para fortalecer la economía, enriquecer el tejido social y cultural y garantizar la seguridad alimentaria a nivel global.

Fuentes
- I Informe Cocampo sobre la Estructura del Suelo Rústico en España.
- Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA).
- Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).